INTELIGENCIA EMOCIONAL

Buenos días de lunes. Hoy también es muy lunes para mí. Y por eso quiero hablaros de lo que en mi opinión es la herramienta más imprescindible de nuestro botiquín emocional: la inteligencia emocional. 

En el colegio, nos enseñan los circuitos de nuestro cuerpo:  sistema digestivo, sistema respiratorio sistema circulatorio sistema excretor. En estos circuitos nosotros no podemos intervenir como tal, es decir, yo no puedo poner más oxígeno en los alveolos pulmonares, por ejemplo.

No nos enseñan otro circuito que tenemos entre PENSAMIENTO, EMOCIÓN Y CONDUCTA: lo que pensamos hace que se encienda una emoción determinada, y  cómo nos sentimos influye en cómo nos comportamos.

Además, los nuevos métodos que van apareciendo para profundizar en el estudio del cuerpo y del cerebro, confirman  cada vez con mayor detalle que cada emoción predispone al cuerpo a un tipo diferente de respuesta.

El ENFADO: aumenta el flujo sanguíneo a las manos, y esto hace más fácil empuñar un arma o golpear a un enemigo.  También aumenta el ritmo cardíaco y la liberación de hormonas  como la adrenalina.

El MIEDO: la sangre se retira del rostro, por eso nos ponemos pálidos y tenemos la sensación de quedarnos fríos, y fluye hacia la musculatura esquelética larga como las piernas por ejemplo para favorecer la huida. Además, el cuerpo parece paralizarse, para valorar si el hecho de ocultarse pudiera ser una respuesta más adecuada a la huida. 

La FELICIDAD: aumenta la actividad del centro cerebral que se encarga de inhibir los sentimientos negativos y de aquietar los estados que generan preocupación. No hay un cambio fisiológico especial pero si una sensación de tranquilidad que hace que el cuerpo se recupere más rápidamente. Está sensación de tranquilidad provoca al cuerpo un reposo un entusiasmo y una disponibilidad para cualquier tarea.

La TRISTEZA: la función principal de la tristeza consiste en ayudarnos a asimilar una pérdida irreparable. La tristeza provoca una disminución de la energía y del entusiasmo por las actividades vitales. 

Aprender la relación entre nuestras emociones y la respuesta fisiológica de nuestro cuerpo es fundamental.